Llegó tanta gente a la capital, que la desorganización y el
kaos crecieron sin medida, entregando jugosos beneficios a los bancos del país y a los de Inglaterra,
ya sea echando petróleo a los miles de motores que circulan por la ciudad,
vendiendo artículos de casi última necesidad encarecidos por las “leyes” del
marketing o traficando drogas legales e ilegales, como se estila hoy en día, es
la era neoliberal.
Bueno, fue tanto el desorden que el Cerro San
Cristóbal comenzó
a elevarse y de él brotó un volcán que con la voracidad de esos mismos bancos,
nos exterminó.
Tsiraco 2014.
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